domingo, 27 de enero de 2013

Busaganashi

Si el Karate-do es realmente una "tradición", como muchos afirman (aunque muy a menudo con poca comprensión de lo que esto significa), es importante estudiarlo prestando atención a la cultura dentro de la cual surgió y se desarrolló.

Uno de los elementos que forman parte de la tradición y la cultura del Karate, y en particular de la escuela Goju-Ryu, es el Busaganashi.

"Busaganashi" es el nombre okinawense de la deidad china Jiu Tian Feng Huo Yan San Dou. Cuando viajó a Fuzhou (China) a principios del siglo XX, Miyagi Chojun descubrió esta figura, que representaba a un guerrero venerado por sus nobles cualidades: rectitud, honradez, virtud, perseverancia, decoro...
Miyagi Sensei regresó a Okinawa llevando consigo una imagen del Busaganashi, y él también la veneró a partir de entonces. Para Miyagi Sensei, el Busaganashi representaba un modelo a seguir, el ideal de bushi o budoka: un practicante de artes marciales admirado no sólo por sus habilidades físicas, sino también por su gran carácter.


El Busaganashi sobre el Kenpo Haku (Ocho Principios del Kenpo).

Durante la Segunda Guerra Mundial, la imagen del Busaganashi que Miyagi Sensei había adquirido en China fue destruida, al igual que tantas otras posesiones. Sin embargo, a finales de la década de los años 1940s, un alumno de Miyagi, Madanbashi Keiyo (1896-1983), viajó a Filipinas, donde le hicieron una pequeña escultura del Busaganashi a partir de un bosquejo que Madanbashi había llevado consigo. Cuando Madanbashi le regaló la figura a su querido maestro, éste se sintió muy emocionado. Esta figura se encuentra hoy en el Jundokan Dojo de Miyazato Eiichi (1922-1999).


El Busaganashi de Miyagi Chojun.
Hoy se encuentra en el Jundokan Dojo (Naha, Okinawa).

Para preservar la tradición del Karate, no basta con transmitir los katas y las técnicas, sino también el resto de elementos que en un tiempo pasado fueron considerados importantes por aquellos que desarrollaron dicha tradición e hicieron posible que se conservara hasta nuestros días. Por descontado, para que conserven su valor, también es necesario tratar de entender por qué eran importantes.

Hace meses, mi amigo de Murcia Carlos García se marcó como objetivo hacer él mismo una escultura del Busaganashi. Carlos es un karateka que obviamente disfruta combinando su afición por el Karate y el arte, y lo hace con ilusión y entusiasmo, lo cual, combinado con su talento y su maña, se traduce en excelentes resultados, como ya demostró en su día cuando empezó a fabricar ishi-sashi.


Mis ishi-sashi.
Fabricados por Carlos.

Al igual que el Karate, y todo lo que merece la pena, no ha sido fácil, y ha requerido tiempo y esfuerzo, como podemos apreciar siguiendo parte del proceso en el blog de Carlos:

Pero con paciencia y perseverancia, se obtiene recompensa:



Con este proyecto, Carlos no sólo se ha demostrado a sí mismo que es capaz de llevar a cabo lo retos que se propone (cualidad de buen karateka), sino que está contribuyendo a conservar esta pieza (nunca mejor dicho) de la historia del Karate.


Un Busaganashi hecho por Carlos ya forma parte del Kenshinkan Dojo de nuestro amigo Pedro Martín González (Badajoz).

¡GRAN TRABAJO CARLOS! ¡ENHORABUENA!

Fuentes

martes, 1 de enero de 2013

Reto Benéfico: Completado

Pues bien, finalmente llegó el día. Ayer 31 de diciembre de 2012, a las 7 de la tarde, subí al "dojo terraza" dispuesto a llevar a cabo el Reto Benéfico, que consistía en ejecutar el kata Suparinpei 108 veces.

Tras recitar el dojo kun, como solemos hacer antes de cada sesión de práctica, empecé a realizar el kata sin más dilación; solo, tranquilo, y envuelto en la intimidad que me proporcionaba la oscuridad de la noche.

Pensaba que estaba ejecutando a buen ritmo, y sin perder tiempo entre ejecución y ejecución del kata, pero tras completar las primeras 27 repeticiones (25% del total), miré el reloj, ¡y había pasado una hora y 45 minutos!!... Tenía que acelerar, el tiempo estimado para completar el reto eran unas 5 horas, ¡pero a ese ritmo serían 7!! Pero no era fácil, Suparinpei es un kata largo, y con muchas secuencias de movimientos lentos, cada ejecución requiere su tiempo...

Continué ejecutando, intentando no pensar en el número de repeticiones que todavía tenía por delante. "Mo ichi do" (una vez más) y el último precepto del dojo kun ("Continúa tu entrenamiento con paciencia") era lo que pasaba por mi mente antes de iniciar cada nueva ejecución del kata.

Al finalizar las siguientes 27 repeticiones, la cosa empezó a ponerse dura. No estaba excesivamente cansado, pero eran pasadas las 10 de la noche, llevaba más de 3 horas haciendo kata sin parar, ¡y todavía estaba a la mitad!!

Sin duda, el reto estaba resultando ser mucho más duro a nivel psicológico que a nivel físico. Tenía ganas de terminar, pero sabía que todavía tenía por delante muchas repeticiones. La lista de "corrupciones" que estaba utilizando para llevar la cuenta, parecía interminable...



Por otro lado, ya se empezaban a notar los efectos de tantos desplazamientos, giros, posiciones, y técnicas sobre el mismo lado del cuerpo: Los balones del pie advertían que se estaban generando ampollas; empezaba a tener las rodillas cargadas (especialmente la izquierda); también los isquiotibiales; me dolían los codos; y también tenía molestias en las muñecas... Todo ello reflejo de ciertas secuencias del kata, que además siempre se realizan por el mismo lado...

A las 23:45, a 15 minutos de la medianoche, y por tanto de Año Nuevo, finalizaba el 3er cuarto del reto, y me disponía a empezar "la recta final": las últimas 27 repeticiones, ¡que todavía me llevarían un tiempo!

A unas 20 repeticiones del final, ¡quería dejarlo ya y terminar de una vez! Y me acordé de mi buen amigo y compañero Juanlu, que había llevado a cabo el reto el día anterior, y había comentado que también tuvo que auto-motivarse para no abandonar a unas 25 repeticiones de finalizar. También me ayudaba recordar que no estaba solo: a esa misma hora, nuestro Senpai, Garry Lever, también estaba haciendo lo mismo que yo en su dojo, en Inglaterra.

Completada la ejecución número 100, y a tan sólo 8 de final, mi mente seguía diciendo que ya era suficiente, podría dejarlo y nadie se enteraría; pero evidentemente, no podía abandonar, ¡y menos tan cerca de la meta!
"¿Por qué estás haciendo esto?", me había preguntado más de una vez a lo largo del desafío, y entonces me acordaba de que el reto, además de "reto", es "benéfico". Qué vergüenza quejarse... ¿Qué es esto comparado con lo que sufren las personas, y especialmente los niños enfermos de cáncer?!!...

Finalmente, después de 6 horas, terminé a la 1 de la mañana de hoy, 1 de enero de 2013... ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Sin duda, una Noche Vieja que difícilmente olvidaré.

Ha sido toda una experiencia de entrenamiento para mí y para todos aquellos que la han llevado a cabo. Y desde luego, hacemos estas cosas para mejorarnos como karatekas y como personas.

Me gustaría que no se pasara por alto que lo más importante de todo es la gran causa que hay detrás del reto: Ayudar a niños enfermos.

El reto ha terminado para nosotros, pero muchas personas siguen luchando, y siguen necesitando ayuda. Me gustaría que todos aquellos que "me siguen" de alguna manera a través de mis proyectos de Karate en Internet, Facebook, etc., pudieran encontrar en sus corazones la motivación y generosidad necesaria para colaborar.
Son tiempos difíciles, lo sé, yo también vivo en España, y no soy rico ni mucho menos, sino de familia humilde (¡y cada vez más humilde!), pero no creo que haga falta ser rico para ayudar un poco. Muchísimas gracias, de corazón.

Feliz Año Nuevo, en especial al pequeño Joe y a todos aquellos que luchan contra las enfermedades.